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QATAR: EEUU planta cara a Inglaterra y se lleva un empate

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Quinto partido sin goles en Qatar. Lejos de las expectativas generadas por Inglaterra y su media docena de tantos en la apertura del Grupo B, el duelo que enfrentó el pasado viernes a los de Gareth Southgate contra Estados Unidos estuvo marcado en todo momento por la discreción, la insipidez y la racanería futbolística.

El empate a cero deja a ambos equipos todavía pendientes de la tercera jornada para saber si conseguirán el pase a octavos. Salvo derrota abultada frente a Gales, los europeos tienen la clasificación prácticamente resuelta, pero los norteamericanos están obligados a ganar a Irán si pretenden seguir avanzando en el campeonato.

Con el interés que suele despertar la trayectoria histórica entre los dos países flotando en el ambiente, el encuentro no dispuso de mucho más que eso para merecer el atractivo que se les presupone a las grandes citas sobre el césped. Los primeros compases fueron el reflejo exacto de todo lo que vendría después: transiciones lentas, medular adormecida y un exceso de contención que, tal vez por el miedo a asumir riesgos innecesarios, puso rumbo a un resultado que no molesta del todo a ninguno de los bandos. De empeorar todavía más el asunto se ocupó la hierba del estadio Al Bayt, bastante deteriorada desde que arrancara el Mundial.

Los primeros compases transcurrieron con Inglaterra distribuyendo desde la zaga hacia los costados, tratando de avanzar ordenadamente pero sin conseguirlo, con el bloque defensivo del rival enfrente. Le duraba algo más la pelota a Estados Unidos, empeñado en prolongar las circulaciones sin mayor motivación que la de marcar el ritmo del partido. La excepción ante la falta de fluidez y el caudal de errores individuales llegó en el minuto nueve gracias a la internada de Bukayo Saka en el área vecina, cuyo pase atrás permitió a Harry Kane rematar de primeras en el punto de penalti. La manopla oportuna de Matt Turner a baja altura sirvió para despejar el disparo y evitar así el 1-0.

De ahí en adelante, poco más ofreció la escuadra inglesa en acciones de peligro. Si bien es cierto que en el primer cuarto de hora propuso alguna rotura de líneas, sobre todo desde los carriles con Sterling y Saka, no logró fabricar un solo tiro cuyo destino estuviera entre los tres palos. Los de Gregg Berhalter, muy atentos y bien posicionados, consiguieron frenar con solidez defensiva todos casi los planes del oponente. Choque igualado y con dibujos tácticos muy similares, algo inesperado incluso en cualquier casa de apuestas en Estados Unidos, donde Inglaterra partía como favorita en la mayoría de los pronósticos.

Salvo algún remate aislado, no hubo apenas vida en ninguna de las dos áreas hasta el minuto veinticinco, cuando Tim Weah puso desde el costado derecho un centro en el punto de penalti que acertó a rematar McKennie libre de marca. El esférico se acabó marchando por encima de la portería. A los siete minutos llegó la de Pulisic, el mejor del partido, que estuvo a punto de poner el primer gol en el electrónico. Tras una buena combinación entre Musah y McKennie, el delantero del Chelsea se sacó un zurdazo dentro del área que golpeó en el travesaño después de que Pickford tocara levemente la pelota para desviar su trayectoria. Hasta tres llegadas consecutivas firmaron los estadounidenses en la recta final del primer tramo.

La vuelta del túnel de vestuarios trajo consigo al cuadro estadounidense más agresivo, con más dinamita en las transiciones, capaz no sólo de quedarse con la posesión, sino de hundir a Inglaterra en su propio campo con llegadas constantes. Los de Gregg Berhalter protagonizaron los únicos dos lanzamientos a puerta que se dieron en la media hora inicial de la segunda parte. La consigna estaba clara: recuperar y conectar con el cuarteto ofensivo formado por McKennie, Musah, Weah y Pulisic, preparados siempre para cuajar en velocidad toda opción de contrataque.

Con Estados Unidos llevando la iniciativa del choque y buscando la portería rival sin descanso, Southgate tuvo que mover el banquillo para conseguir algo de calma en el centro del campo. Entraron Grealish y Henderson para tratar de revertir la situación y estirar un poco más el juego por las bandas. Ya en el minuto ochenta, todavía sin goles, se alcanzó la fase en la que cualquiera de los dos conjuntos pudo sellar la victoria. Fue aquí donde se intuyó algo más el espíritu campeón de los ingleses, que lograron aplacar a la bestia y crear al menos un par de ocasiones con cierta amenaza. La primera fue de Rashford, con un tiro de rosca que vio portería pero que detuvo sin problemas Turner. La segunda fue de Harry Kane en el tiempo de descuento, después de cabecear un remate en el corazón del área que se terminó yendo a las nubes.

El pitido final cerró un encuentro cuyo resultado puede ser útil para ambos equipos. Aunque los ingleses, estando muy por debajo de sus cualidades, desperdiciaron la oportunidad de pasar matemáticamente como primeros de grupo a la siguiente ronda, siguen teniendo el camino más sencillo hacia octavos. Los estadounidenses, tal vez un poco faltos de definición, pueden presumir de haber sometido por fases a su rival, aunque ahora les toca ganar sí o sí para seguir vivos.

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