José Francisco Peña Gómez: A 27 años de la partida de un gigante de la democracia dominicana

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Por Sandy Báez, comunicador y regidor de Padre Las Casas

Hablar de José Francisco Peña Gómez no es simplemente evocar a un líder político. Es rendir homenaje a uno de los pilares más sólidos en la edificación de la democracia moderna de la República Dominicana. Peña Gómez fue un hombre que, desde la más profunda adversidad, se alzó con la fuerza de las ideas, la fe en su pueblo y una vocación de servicio que nunca conoció descanso.

No provenía de una élite ni de apellidos influyentes. Fue un hombre del pueblo, de piel morena, cuya historia es testimonio de superación y dignidad. Rompió las barreras sociales que durante décadas habían silenciado a muchos, y se convirtió en la voz potente y firme de aquellos que nunca habían sido escuchados.

Peña Gómez fue símbolo de lucha por la justicia social, la libertad y los derechos humanos. Desde sus inicios en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) hasta alcanzar la vicepresidencia de la Internacional Socialista, siempre mantuvo su compromiso inquebrantable con los más humildes. Su palabra resonaba no solo en el país, sino en todo el continente, donde se le escuchaba como a un verdadero portavoz de los oprimidos.

A pesar de los fraudes, las exclusiones y las campañas de odio que enfrentó, Peña Gómez nunca abandonó el camino democrático. Fue un maestro del discurso y de la acción, un hombre de principios que supo defender su país con valentía y altura moral.

Hoy, 27 años después de su partida física, su legado permanece intacto. En una época en la que la política a veces se reduce al espectáculo o al beneficio personal, el ejemplo de Peña Gómez nos recuerda que servir al pueblo es, ante todo, un acto de amor, entrega y convicción profunda.

Su vida sigue siendo una luz encendida para las nuevas generaciones que creen en la política como herramienta de transformación social. José Francisco Peña Gómez no ha muerto: vive en la memoria colectiva de un pueblo que, gracias a él, aprendió a soñar con una República Dominicana más justa, libre y solidaria.

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